sábado, 7 de marzo de 2020

Superman y el sentido de la vida: ¿Por qué hace lo que hace?


¡Es un ave! ¡Es un avión! ¡Es el extraterrestre que vive en la tierra y por alguna extraña razón decide salvar nuestros pellejos todos los días!

No, pero en serio. Alguna vez se preguntaron ¿Por qué Superman hace lo que hace? Porque o sea… Es una conducta de lo más extraña. Para responder esta pregunta vamos a remitirnos brevemente al origen del personaje, otorgado por Joe Shuster y Jerome Siegel, para ponernos en tema.

En el primer número de Action Comics de 1938, hace su aparición el Hombre de Acero, tomándose solo 1 hoja para contar los antecedentes relevantes de su historia de origen.

Cuando un planeta distante vio su fin tras su avanzada edad, un científico colocó a su hijo en una nave espacial con un destino particular: La tierra. El bebe fue encontrado por un conductor, quien se encargó de llevarlo a un orfanato. Este bebé manifestó tener una fuerza sobrehumana debido a su estructura física avanzada. El pequeño Clark fue creciendo y desarrollando capacidades como saltar grandes distancias, levantar mucho peso, correr más rápido que un tren, teniendo también un organismo impenetrable. Superman – el campeón de los oprimidos, juró dedicar su existencia a ayudar a aquellos que lo necesitan.

Si bien la historia del personaje ha tenido cambios, como la aparición de sus padres adoptivos, los Kent, o la transformación de los poderes de nuestro héroe otorgándole la capacidad de volar (1940) o congelar objetos con su aliento de hielo (1959), la esencia del personaje fue y sigue siendo la misma desde que empezó. Pero, ¿no es extraño que un alienígena con capacidades sobrehumanas dedique su tiempo a salvar el planeta tierra? Si Superman quisiera, podría ir a cualquier parte del universo, destruir sistemas solares enteros con un estornudo (fue obra de Mister Mxyzptlk, no lo culpen), o simplemente someter a la tierra ante él, siendo el máximo emperador terrestre de la historia.

No. Nada de eso. Clark Kent, el cuatro-ojos mejor disfrazado, decidió no solo quedarse en la tierra con un trabajo de bajo presupuesto, sino convertirse en uno de los superhéroes más importantes e icónicos que existen. Ahora…. ¿POR QUÉ? ¿Quién en su sano juicio elegiría hacer una cosa así?

Si bien a todos nos parece algo muy raro, René Spitz y John Bowlby no parecen tan sorprendidos. Vamos a comenzar con el Austríaco Spitz, que si bien sus conclusiones fueron sacadas a partir de observaciones que hoy por hoy nos resultarían dudosas, fue uno de los investigadores más importantes en la historia de la psicología. Spitz observó que la privación emocional y maternal en los bebés generaba daños irreparables, tanto psíquicos como físicos que desembocaban en la muerte de nuestros amigos en pañales. Estos pequeños eran alimentados, pero no eran abrazados ni acariciados con amor, lo que hizo que se vayan deteriorando hasta su ulterior fallecimiento. Nuestro Superman, encontrado por el conductor o por los señores Kent, parecería haberse desarrollado en un contexto con los cuidados necesarios tanto para su supervivencia como para la generación de un vínculo de apego que lo hizo sentirse identificado con nuestra especie. Este vínculo, diría Bowlby, un londinense que se ganó el odio de varios, describe las relaciones significativas de los seres humanos, basándose en los primeros vínculos efectuados. Superman fue enviado a la tierra por sus padres, sus primeras figuras de apego, y aquí, encontró otras figuras de apego en las que apoyarse y con las cuales identificarse. Estos estudios empezaron con animales, y luego esta Teoría fue trasladada a los humanos, demostrando que un bebé sea perro, humano y por qué no, extraterrestre, podrían verse envueltos en este funcionamiento, respondiendo ante esta necesidad. Básicamente, Superman generó un vínculo significativo con humanos que, aparte de suplir sus necesidades biológicas, hicieron un buen trabajo ocupándose de las psicológicas/afectivas, y así como Tarzán era considerado uno de los monos, el pequeño Clark pasó a ser uno de los nuestros.

Si bien Clark fue criado convencionalmente, la mayoría de las versiones del personaje mencionan que Jonathan y Martha le inculcaron un gran sentido de la moral, incitándolo a usar sus poderes por el bien de la humanidad. Estas frases fueron inmortalizadas en mandatos inconscientes, y junto con un superyó estricto, con un fuerte sentido de la moral (basta Freud, ya tuviste tu momento en el blog anterior, no quieras venir a robar protagonismo de nuevo), terminaron por forjar la mente del Último Hijo de Kriptón.

El haberse convertido en uno de los nuestros no hizo que el más joven de los Kent deje de pertenecer a los extintos Kriptonianos ni de tener los poderes dignos de uno de ellos (convengamos que la densidad de nuestra atmósfera lo ayuda bastante y absorbe energía solar como una planta). Al ir creciendo, Clark fue desarrollando sus superpoderes más y más, y siguiendo el fiel mandato familiar, decidió convertirse en un luchador contra el crimen. Viktor Frankl, uno de los psicólogos más famosos de la historia y creador de la logoterapia, propone que el “encontrar un sentido de la vida” es la motivación primaria del ser humano. La “voluntad de sentido” es una tensión en el hombre para hallar un sentido, una expresión de la autotrascendencia. Básicamente, encontrar un sentido a situaciones que obligan al hombre a enfrentarse consigo mismo. Y, hay que decirlo, si bien puede parecerse a los humanos, Clark nunca es tan auténticamente Clark como cuando es Superman. Esta voluntad de sentido lo llevó a poder darse cuenta de su misión en la tierra, y no estamos hablando de la misión en la que lo envió Jor-El, sino de una misión más profunda, una que habita en su esencia. La paradoja que nos presenta este personaje es que debe amigarse con su diferencia para poder ser uno de nosotros, psicológicamente hablando. Sólo habiendo aceptado sus poderes y usarlos para el bien de la humanidad puede hacer que encuentre un sentido Frankliano, haciéndose más humano que nunca.


Superman hace lo que hace, no solo porque es correcto para todos, sino porque es correcto para él. Superman encuentra un beneficio en su accionar, ya que pone en marcha esa voluntad de sentido que lo tensa en su interior. La clave de esta reciprocidad beneficiosa empieza con poder ser auténticamente uno, y así, poder ayudar a los demás. Solo aceptando esa unicidad interior podemos poner en marcha la voluntad de sentido, que es lo que Superman utiliza, todos los días, para hacer lo que hace. Esto le permite suplir su necesidad y volar hacia las nuestras.


Esperamos les haya gustado esta reflexión. Estamos abiertos a cualquier sugerencia/comentario/pedido.

Muchas gracias, ¡nos vemos por ahí!

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