¡Es un ave! ¡Es un avión! ¡Es el
extraterrestre que vive en la tierra y por alguna extraña razón decide salvar
nuestros pellejos todos los días!
No, pero en serio. Alguna vez se
preguntaron ¿Por qué Superman hace lo que hace? Porque o sea… Es una conducta
de lo más extraña. Para responder esta pregunta vamos a remitirnos brevemente
al origen del personaje, otorgado por Joe Shuster y Jerome Siegel, para
ponernos en tema.
En el primer número de Action Comics de
1938, hace su aparición el Hombre de Acero, tomándose solo 1 hoja para contar
los antecedentes relevantes de su historia de origen.
Cuando un planeta distante vio su fin
tras su avanzada edad, un científico colocó a su hijo en una nave espacial con
un destino particular: La tierra. El bebe fue encontrado por un conductor,
quien se encargó de llevarlo a un orfanato. Este bebé manifestó tener una
fuerza sobrehumana debido a su estructura física avanzada. El pequeño Clark
fue creciendo y desarrollando capacidades como saltar grandes distancias,
levantar mucho peso, correr más rápido que un tren, teniendo también un
organismo impenetrable. Superman – el campeón de los oprimidos, juró dedicar su
existencia a ayudar a aquellos que lo necesitan.
Si bien la historia del personaje ha
tenido cambios, como la aparición de sus padres adoptivos, los Kent, o la
transformación de los poderes de nuestro héroe otorgándole la capacidad de
volar (1940) o congelar objetos con su aliento de hielo (1959), la esencia del
personaje fue y sigue siendo la misma desde que empezó. Pero, ¿no es extraño
que un alienígena con capacidades sobrehumanas dedique su tiempo a salvar el
planeta tierra? Si Superman quisiera, podría ir a cualquier parte del universo,
destruir sistemas solares enteros con un estornudo (fue obra de Mister
Mxyzptlk, no lo culpen), o simplemente someter a la tierra ante él, siendo el
máximo emperador terrestre de la historia.
No. Nada de eso. Clark Kent, el
cuatro-ojos mejor disfrazado, decidió no solo quedarse en la tierra con un
trabajo de bajo presupuesto, sino convertirse en uno de los superhéroes más
importantes e icónicos que existen. Ahora…. ¿POR QUÉ? ¿Quién en su sano juicio
elegiría hacer una cosa así?
Si bien a todos nos parece algo muy raro,
René Spitz y John Bowlby no parecen tan sorprendidos. Vamos a comenzar con el
Austríaco Spitz, que si bien sus conclusiones fueron sacadas a partir de
observaciones que hoy por hoy nos resultarían dudosas, fue uno de los
investigadores más importantes en la historia de la psicología. Spitz observó
que la privación emocional y maternal en los bebés generaba daños irreparables,
tanto psíquicos como físicos que desembocaban en la muerte de nuestros amigos
en pañales. Estos pequeños eran alimentados, pero no eran abrazados ni
acariciados con amor, lo que hizo que se vayan deteriorando hasta su ulterior
fallecimiento. Nuestro Superman, encontrado por el conductor o por los señores
Kent, parecería haberse desarrollado en un contexto con los cuidados necesarios
tanto para su supervivencia como para la generación de un vínculo de apego que
lo hizo sentirse identificado con nuestra especie. Este vínculo, diría Bowlby,
un londinense que se ganó el odio de varios, describe las relaciones significativas
de los seres humanos, basándose en los primeros vínculos efectuados. Superman
fue enviado a la tierra por sus padres, sus primeras figuras de apego, y aquí,
encontró otras figuras de apego en las que apoyarse y con las cuales identificarse.
Estos estudios empezaron con animales, y luego esta Teoría fue trasladada a los
humanos, demostrando que un bebé sea perro, humano y por qué no,
extraterrestre, podrían verse envueltos en este funcionamiento, respondiendo
ante esta necesidad. Básicamente, Superman generó un vínculo significativo con
humanos que, aparte de suplir sus necesidades biológicas, hicieron un buen
trabajo ocupándose de las psicológicas/afectivas, y así como Tarzán era
considerado uno de los monos, el pequeño Clark pasó a ser uno de los nuestros.
Si bien Clark fue criado
convencionalmente, la mayoría de las versiones del personaje mencionan que
Jonathan y Martha le inculcaron un gran sentido de la moral, incitándolo a usar
sus poderes por el bien de la humanidad. Estas frases fueron inmortalizadas en
mandatos inconscientes, y junto con un superyó estricto, con un fuerte sentido
de la moral (basta Freud, ya tuviste tu momento en el blog anterior, no quieras
venir a robar protagonismo de nuevo), terminaron por forjar la mente del Último
Hijo de Kriptón.
El haberse convertido en uno de los
nuestros no hizo que el más joven de los Kent deje de pertenecer a los extintos
Kriptonianos ni de tener los poderes dignos de uno de ellos (convengamos que la
densidad de nuestra atmósfera lo ayuda bastante y absorbe energía solar como
una planta). Al ir creciendo, Clark fue desarrollando sus superpoderes más y
más, y siguiendo el fiel mandato familiar, decidió convertirse en un luchador
contra el crimen. Viktor Frankl, uno de los psicólogos más famosos de la
historia y creador de la logoterapia, propone que el “encontrar un sentido de
la vida” es la motivación primaria del ser humano. La “voluntad de sentido” es
una tensión en el hombre para hallar un sentido, una expresión de la
autotrascendencia. Básicamente, encontrar un sentido a situaciones que obligan
al hombre a enfrentarse consigo mismo. Y, hay que decirlo, si bien puede
parecerse a los humanos, Clark nunca es tan auténticamente Clark como cuando es
Superman. Esta voluntad de sentido lo llevó a poder darse cuenta de su misión
en la tierra, y no estamos hablando de la misión en la que lo envió Jor-El,
sino de una misión más profunda, una que habita en su esencia. La paradoja que
nos presenta este personaje es que debe amigarse con su diferencia para poder
ser uno de nosotros, psicológicamente hablando. Sólo habiendo aceptado sus
poderes y usarlos para el bien de la humanidad puede hacer que encuentre un
sentido Frankliano, haciéndose más humano que nunca.
Superman hace lo que hace, no solo porque
es correcto para todos, sino porque es correcto para él. Superman encuentra un
beneficio en su accionar, ya que pone en marcha esa voluntad de sentido que lo
tensa en su interior. La clave de esta reciprocidad beneficiosa empieza con poder
ser auténticamente uno, y así, poder ayudar a los demás. Solo aceptando esa
unicidad interior podemos poner en marcha la voluntad de sentido, que es lo que
Superman utiliza, todos los días, para hacer lo que hace. Esto le permite
suplir su necesidad y volar hacia las nuestras.
Esperamos les haya gustado esta reflexión. Estamos abiertos a cualquier sugerencia/comentario/pedido.
Muchas gracias, ¡nos vemos por ahí!
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