miércoles, 8 de abril de 2020

Mitología y Psicología: Todos somos Thor


"La mitología es la psicología de la antigüedad y la psicología es una mitología de la modernidad, es a través de la imaginación que penetramos en las raíces del mito y actualizamos nuestros dramas del diario vivir"- James Hillman

La mitología es definida como un conjunto de mitos propios de una cultura o pueblo. Generalmente, dichas narraciones son protagonizadas por Dioses, héroes o seres fantásticos que explican o dan sentido a determinados hechos, ya que los griegos (expertos en el área por excelencia) utilizaban estos mitos para hablar de los patrones psicológicos del alma, explicar temores, conflictos, patrones de conducta y anhelos. Por ejemplo: Explicar los fenómenos meteorológicos como el poder de Zeus, pedirle novios a Afrodita y rogarle una buena cosecha a Deméter.

Así como la mitología partió de relatos que intentaban explicar la conducta y contradicciones humanas desde lo general hacia lo particular, la psicología, definida como la ciencia de la conducta, intenta muchas veces ir desde lo particular (experimentos y estudios de caso) hacia lo general, y generar, en lo posible, ciertas características del comportamiento que puedan aplicarse a un grupo particular.

La mitología ha dejado en evidencia ciertos aspectos psicológicos que nos atraviesan de manera transversal como especie. Tanto así, que las grandes mentes que pudieron pesquisar estas joyitas, que muchos toman como cuentos infantiles, utilizaron estas historias para explicar conceptos que remiten, en última instancia, a situaciones por las que todos pasamos o hemos pasado.

Sigmund Freud, el señor barbudo del que hemos hablado múltiples veces y ahora tiene una serie un tanto polémica en Netflix, es conocido también por haberse basado en un mito griego para explicar el famoso "la culpa es de tu mamá", el tan conflictuado e incestuoso Edipo Rey. No ocuparé líneas para explicar un relato tan conocido como lo es el del parricida más famoso de todos los tiempos, pero si quiero detenerme un momento en el Complejo de Edipo. Concepto formulado por Freud para explicar el núcleo de las neurosis: es un momento puntual en la infancia en la que los niños sienten amor por uno de los padres y rivalidad frente al otro (Si bien suele pensarse que el amor siempre es frente al padre del sexo opuesto y la rivalidad frente al padre del mismo sexo, esta idea ha quedado vieja. El mismo Freud hablaba de una bisexualidad constitucional y de diferentes modos de transitar el Complejo de Edipo, manifestando la existencia de casos en los que el Edipo se transita de manera "homosexual"). En resumen, en dicho relato (y hablando solo del Edipo del varón ya que meternos en el de la mujer complicaría las cosas) mata a su padre y toma a su madre como esposa, aunque una vez enterado de la shockeante verdad, su madresposa se suicida y él mutila sus ojos tras ser desterrado de Tebas.

A pesar de su horripilante final, este mito encajó bastante bien en el siglo XX para describir, de manera poética y atractiva como solo Freud sabía hacerlo, el proceso de individuación del infante y el paso de la endogamia a la exogamia. Solo una vez que el pequeño nene haya decidido que dejaría de lado los sentimientos incestuosos para con su madre (para no terminar como el pobre Edipo), podrá constituir el también conocidísimo "Super Yo" y salir al mundo, dejando de lado la endogamia, para formar una nueva familia propia.  

Pero no nos malinterpreten, los psicólogos no creemos en relatos míticos como base de nuestro estudio ni pensamos que el espíritu de Edipo habita en cada uno de nosotros. Lo que si pensamos, tanto Otto Rank como yo, es que el origen de los mitos es de naturaleza psíquica, y habría sido creado por los ahora adultos, a partir de regresiones a las fantasías de la infancia. Estos mitos revelan, quizás, los deseos y fantasías del inconsciente en forma de relato épico, porque si bien la psicología se encontraba lejos de ser una ciencia autónoma en el momento en el que estos mitos fueron creados, la psicología ha existido desde la aparición de la mente. (¿Hace un montón no?). Estos deseos y fantasías, propios de la especie, se relacionan con nuestros orígenes (tanto nuestra historia personal como el origen del universo), el nacimiento, las grandes angustias de la vida, vínculos familiares, sexualidad, y las preguntas sin respuesta que se reducen a la misteriosísima: muerte. Freud decía que la concepción mitológica del mundo no sería nada más que el resultado de una proyección psicológica dirigida hacia el exterior.

Por otro lado, en otros lugares del globo (tomen eso terraplanistas), también se encontraban preguntándose por estas mismas cuestiones, pero proyectando una respuesta diferente, propia de la psicología de las personas que vivían en un contexto totalmente diferente: Escandinavia. La mitología nórdica era transmitida oralmente, generalmente en forma de poesía, muchas veces por un escaldo (los bardos), quienes fueron los que componían poesías acerca de los monarcas que los contrataban tiempo después. He aqui el surgimiento de la historia del poderoso Thor Odison (hijo de Odín). Si bien en la mitología nórdica el papel de Thor es más abarcativo que el clima, a partir de los cómics de Marvel lo conocemos con el gran Dios del trueno. Apareció por primera vez en 1962 (gran año, eh) en el #83 de Journey into Mystery, creado por el hermanito menor de Stan-The-Man-Lee, Larry Lieber y el siempre fiel Jack Kirby.

Thor es un superhéroe distinto. Thor es un Dios, un mito que se transformó en leyenda y que materializa el relato mitológico, rompiendo la metáfora utilizada por la psicología y trayéndola al plano de la realidad. Muchos podrían creer que a partir de tener a un Dios como protagonista, solo los muy narcisistas podrían identificarse con semejante figura. Pero la mitología nos ha demostrado otra cosa. Nos atrae, nos atrapa, nos fascina, justamente porque fue creada a partir de proyecciones psicológicas de conflictos propios de nosotros mismos. Los cómics de Thor toca temáticas increíblemente sensibles y humanas. Tanto en los cómics como en el cine, Thor lidia con la inmadurez propia de un joven, la arrogancia que se desprende de su poderoso cuerpo, la soledad, la responsabilidad que trae el poder, la depresión (muy bien retratada en Avengers Endgame) y cómo no, el proceso de individualización y separación de los padres.

El Vol. 4 #7 de la editorial Panini nos regaló el cómic "Problemas Paternos", de la pluma del oscuro y profundo Michael Straczynski. En una viñeta que desprende tensión, gracias a un equipo artístico impresionante, Odin le comparte a Thor sus sabias palabras "Dioses y mortales comparten una cualidad: para ser quienes somos, debemos matar a nuestros padres. Para los mortales, esta es una metáfora, un modo de decir que debes salir de la sombra de tu padre y decidir quién eres sin buscar su aprobación y permiso. Pero para un Dios... Esto significa algo completamente distinto."

El parecido es innegable. Ambas mitologías, la griega, comúnmente utilizada por la psicología y la nórdica, tienen una concepción del mundo distinta, pero lidian con problemas similares: Problemas humanos. Es muy interesante que ambas lleguen a conclusiones similares siendo que sus tierras se encontraban tan lejos. También, se evidencian las variables contextuales propias de la cultura de cada lugar, que fomentan conductas variantes en la resolución de conflictos (los nórdicos por ejemplo eran mucho más violentos, como se evidencia en el diálogo de Odín).

Una posible explicación de todo esto, la trajo Carl Jung, al introducir el concepto de inconsciente colectivo. El ex amigo de Freud decía que todos los seres humanos tendrían una estructura psíquica inconsciente similar, construida por imágenes mitológicas, siendo sus verdaderos exponentes los mitos panculturales (de varias culturas).  Estos relatos serían anteriores al proceso de hominización, y por tanto no inventados sino experimentados por el hombre. Esta podría ser una posible explicación de por qué diferentes mitologías no solo trataban con problemáticas similares, sino por qué utilizaban maneras similares de resolverlas.

Con estas dos explicaciones, podemos ver que:  o Thor existía antes en nosotros y nacimos con su imagen dentro de nuestro inconsciente colectivo, o nosotros proyectamos, desde lo más profundo de nosotros, a Thor, haciendo que la identificación con nosotros sea innegable, de una forma o de otra.

Los mitos son muchas veces utilizados como recurso terapéutico, sirviendo para que el paciente tome la distancia necesaria con respecto a su sintomatología, pudiendo externalizar su conflicto con mayor facilidad.

Leer a Thor y a sus múltiples conflictivas al romper el ciclo del Ragnarok y la búsqueda de sus amigos, no es más que una manera de poder objetivar nuestras problemáticas y conocernos a nosotros mismos, ya que si miramos profundamente, nos vemos atravesados por las mismas dificultades. Y no, no hablo de entrar en el Sueño de Odín (para esta entrega particular, el sueño de Thor) para traer de vuelta a nuestro padre. Hablo de cuando nos topamos con decisiones difíciles, pérdidas, responsabilidades  y culpas. Según Jung, Thor no nació de la imaginación del artista, sino que es una proyección de una figura inconsciente que habita dentro nuestro aún antes de haber nacido.

Y no. No estoy diciendo que leer comics de Thor significa que no habrá que ir a terapia nunca más. Pero si que la historia de Thor es una aventura distinta, llena de las cuestiones más profundas del ser humano que se encuentran bastante a la vista, si uno las está buscando. Estas tramas enriquecen la experiencia personal, y nos permiten adentrarnos en narrativas alternativas que podrían llegar a promover cambios. No solamente debemos aprender de los éxitos del príncipe de Asgard, sino que debemos también poder aprender de sus errores, porque como ya hemos dicho, tanto lo bueno como lo malo de este personaje también nos pertenece. El objetivo primordial sería alcanzar la comprensión de uno mismo, que nos permita perdonarnos y concedernos la oportunidad de seguir evolucionando, buscando soluciones creativas, cuidándonos, protegiéndonos y respetándonos. Eso, sin dudas nos haría dignos de levantar el martillo.